Los vinos de Jerez son una de las joyas enológicas que tiene este país, con su carácter genuino y personal, son vinos que reflejan la riqueza cultural adquirida en el Marco de Jerez durante siglos y siglos.
Una riqueza que, junto a unas condiciones edafoclimáticas únicas y especiales, han dado lugar a una amplia y diversa gama de vinos de Jerez, capaz de convencer y conquistar a todo tipo de paladares.
Otros de los valores a destacar de los vinos de Jerez es el tipo de crianza, una crianza que se realiza en botas (barricas de roble americano) mediante el tradicional sistema de criaderas y soleras, comenzando tras la fermentación alcohólica de los mostos, y después de decidir qué tipo de vino se quiere elaborar.
Por ejemplo, en el caso de Manzanillas, Finos y Amontillados, tiene lugar la crianza biológica en la que se produce el característico “velo de flor”, que protege al vino de la oxidación, consumiendo alcohol y aportándole nutrientes. El resto de los vinos se encabezan añadiéndoles alcohol vínico hasta alcanzar los 17° o más, evitando así el desarrollo del velo de flor, y realizan exclusivamente una crianza oxidativa en botas (crianza que también realizarán los amontillados).
Ahora, la mejor forma de conocer un poco más sobre este tipo de vinos es poniéndole nombre y apellidos y catando.
Bodega COTA 45 y sus vinos UBE Paganilla y Pandorga PX
Ramiro Ibáñez es, sin lugar a duda, uno de los productores más a destacar de Jerez, no sólo por sus grandes vinos sino también por su gran labor por defender, y volver a poner en el lugar respetado que se merecen, a los vinos del Marco de Jerez.
COTA 45 es el nombre que Ramiro le puso a su bodega, altitud (45 metros sobre el nivel del mar) a la que, según él, se encuentran los mejores suelos de albariza tan particulares y propicios para el desarrollo de las levaduras causantes del velo de flor. De suelos así proceden sus vinos, como UBE Paganilla, un vino 100% palomino (variedad conocida en Sanlúcar como listán) procedente de viñas entre 40 y 60 años del Pago Paganilla.
Un vino que ha pasado 3 meses de crianza bajo velo de flor y otros 9 meses en crianza en botas de 600 litros. Una manzanilla como las antiguas, de trago largo, gran concentración y sapidez, que mantiene el carácter del terroir del que proviene.
Pero Ramiro también elabora otro tipo de vinos, como es el caso de Pandorga PX, un vino dulce elaborado por asoleo a partir de uvas de Pedro Ximénez del pago Carrascal en Jerez. Un vino cambiante, ya que refleja el carácter de cada añada, pero muy equilibrado y disfrutable.
Bodegas Barbadillo y sus vinos Manzanilla La Pastora, Mirabrás y Nude
Con la séptima generación de la familia al mando, Bodegas Barbadillo es una de las bodegas más importantes y emblemáticas de Sanlúcar de Barrameda, y una de las 10 empresas españolas familiares más antiguas. De la mano de la enóloga Montse Molina y del director de Alta Enología Armando Guerra, Barbadillo nos ofrece joyas como la Manzanilla La Pastora, una manzanilla delicada y suave, con una larga crianza biológica que nace de las soleras de Solear. Una manzanilla “pasada” (ya que tiene 9 años) y en rama, que embriaga con sus aromas a levadura y su sabor a manzanilla y nueces.
Por otro lado tenemos dos Vinos de la Tierra de Cádiz, Mirabrás y Nude.
Mirabrás es un vino blanco procedente de cepas viejas de la variedad Palomino, con un breve asoleo en la propia viña y fermentado en botas viejas de Jerez, recuperando así un método de elaboración antiguo casi extinto. Tras la fermentación el vino pasó 18 meses en otras botas y un tiempo de descanso y afinamiento en depósitos de inox, dando como resultado un vino expresivo, sorprendente y atrevido.
Mientras que Nude, un vino calificado por Armando Guerra como “la tintilla punk”, es un vino tinto que muestra a la variedad Tintilla de Rota de una forma desnuda, sin vestidos, ya que no tiene ningún tipo de crianza. Nude es un reflejo puro del increíble suelo de albariza de que nace, un vino expresivo y afrutado en nariz, con taninos dulces y frescura en boca. Toda una declaración de intenciones.
Bodegas Emilio Hidalgo y sus vinos Fino La Panesa y Palo Cortado Marqués de Rodil
Desde que en 1874 fundara Emilio Hidalgo ésta preciosa bodega en la calle Clavel de Jerez de la Frontera, y hasta el día de hoy, en el que es la quinta generación de la familia la que lleva las riendas, esta firma ha mantenido la esencia en la forma de elaborar y entender sus vinos, siempre fieles a su criterio y alejada de modas y tendencias.
Empezando por la elaboración de sus vinos, ya que la bodega selecciona los mostos de cada cosecha a un limitado y escogido grupo de viñistas habituales. Mostos que, al llegar a sus instalaciones y tras su estabilización y primera clasificación, comenzarán la fase de envejecimiento y crianza en las distintas naves de crianza, definiendo así su personalidad.
Dentro de la gama de vinos de Emilio Hidalgo, es muy singular y destacable un proyecto pionero como es su Fino La Panesa, que nace de una solera de 1962 (homenaje al año que nació Alfonso Hidalgo) y que sobrepasa intencionadamente una crianza biológica de entorno a los 15 años, tiempo muy superior a lo habitual, ya que con ello buscan una mayor influencia de las levaduras supervivientes, logrando así una mayor complejidad, intensidad, delicadeza y persistencia.
Otro gran ejemplo del buen hacer de esta casa es el Palo Cortado Marqués de Rodil, un vino muy personal, resultado de la selección y combinación, tanto de añadas como de criaderas y soleras. Un palo cortado singular elegante y fresco, que triunfa por su cuerpo y vinosidad.